Hoy he vivido una anécdota un tanto curiosa. Ayer compré cartuchos de tinta reciclados (y por tanto más baratos). Hoy mismo han llegado a mi casa, pero como no había nadie resulta que lo dejan en la casa de "un vecino de confianza". Algo que me resulta increíblemente civilizado por parte de estos ingleses. Así que he me aquí que voy todo feliz a la susodicha casa (justo en frente), pensando que por lo menos iba a haber un mínimo de socialización:
- Hola, venía porque creo que usted tiene algo para mí.
- Sí, toma. ¿Eres uno de los nuevos inquilinos de la casa de enfrente verdad?
- Sí, me llamo Ramiro, ¿y usted es?
- Mary, encantada. Bueno, hasta la próxima.
- Hasta otra y muchas gracias por lo del paquete.
Sin embargo la situación que me encontrado ha sido la siguiente: una señora me ha abierto la puerta con el paquete en la mano y antes incluso de tenerlo en mi mano ya estaba cerrándome la puerta con una mirada de desconfianza extrema... He estado a punto de no darle las gracias. Con esto no quiero hacer una generalización para el resto del vecindario (el otro día se pararon a hablarme un grupo de viejecitos muy simpáticos), pero no deja de ser un tanto deprimente.
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